8. Nieve en el trópico
Muchos años después, frente a una periodista curiosa, Ignacio Rivera – había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer la nieve en San Juan.
Ignacio: Un evento para un niño. Imborrable en su mente. Es como si nos llevaran a la luna. Jamás lo pensó que uno iba a estar en nieve.
Lo habían anunciado en todos los periódicos: venía la nieve.
Era el principio de los años 50. Ignacio tenía unos … 8 años… y vivía con sus padres en Barrio Obrero.
Ignacio: Bueno, Nieve era una cosa que uno veía en las películas de vaqueros, mayormente en el tope de la montaña. Había una cosa blanca que se se decía que era snow -- nieve. Pero no tenía forma de relacionarme.
Hasta que al fin, llegó! Nieve real – suave y esponjosa -- traída directamente de las montañas del noreste de los Estados Unidos – y llevada a un parque de San Juan para una guerra de bolas de nieve.
Ignacio: Yo creo que eso fue como un milagro que llega una vez y nunca más – un one shot deal - Como dicen en Estados Unidos.
En realidad, no fue cosa de una vez. Durante cuatro años seguidos, los niños de Puerto Rico fueron invitados a un espectáculo de invierno en el trópico, para ver los muñecos de nieve montados bajo las palmeras. Por un breve momento a principios de esa década, el milagro seguía sucediendo.
Ignacio: Hay algo de que mira donde estamos – Que hasta la nieve es posible tenerla en Puerto Rico. Había algo de orgullo, pero yo tenía ocho años. Yo estaba más interesado en tirarle las bolas a los amiguitos míos que analizar el evento. Ahora, con los años, pues ya yo sé las implicaciones que pudo haber tenido hasta políticas, no?
Soy Alana Casanova-Burgess. Y esto es La Brega, una coproducción de WNYC Studios y Futuro Studios. En este episodio... cuando la nieve llegó a Macondo.
Si has leído Cien Años de Soledad, de Gabriel Garcia Marquez, puede que todo esto... ya suene algo conocido.
La primera oración de esta novela es una de las más reconocidas de la literatura universal:
“Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo."
Esto pasa en Macondo, un pueblo ficticio del Caribe. El autor nunca explica exactamente cómo el bloque de hielo llegó hasta ahí, ni de dónde vino, ni cuánto se tardó en derretirse en el calor intenso del trópico.
En la novela, el hielo es símbolo del progreso fantástico… pero también está fuera de lugar en Macondo, no pertenece ahí. Es como un tipo de magia oscura.
Pero aquí en el mundo real… Macondo se ha convertido en el apodo de cualquier lugar donde pasan cosas surrealistas. También puede ser un insulto. Y Puerto Rico es un ejemplo perfecto.
Ignacio: donde la fantasía y la realidad se mezclan. Pues aquí no estamos tan lejos de eso.
Ignacio Rivera es abogado y locutor de Fuego Cruzado, un programa de radio.
Ignacio: lo que significa para mí es un país donde las cosas raras pueden ser cotidianas. Lo imposible es realidad.
El concepto de Macondo se vive por todas partes del archipiélago. En la foto viral de un caballo trepado en un balcón. En una fiesta de cumpleaños para un hoyo gigante en la carretera. En el chupacabras.
Llamarle Macondo a Puerto Rico es sugerir que lo fantástico ocurre sin explicación.
Pero cuando la maleza invade lo que antes era un hospital… cuando toldos azules TODAVÍA cubren cientos de techos… cuando decenas de escuelas colapsan durante terremotos... alguien tiene la culpa.
Lo absurdo no se debe a algún acto de magia -- si no, a las decisiones tomadas y no tomadas por un gobierno quebrantado.
La responsabilidad de atender estas situaciones es de las personas que están en el poder.
Así que, aunque nunca sabemos precisamente cómo llegó el bloque de hielo a Macondo, les puedo contar cómo la nieve llegó a San Juan.
Felisa: My population is about more than half a million.
Interview: More than have a million people just in the city of San Juan?
Felisa: In San Juan, Santurce, Rio Piedras, which composes the whole of San Juan.
Esta es Felisa Rincon de Gautier – conocida en Puerto Rico como Dona Fela, o Dona Felisa. En una entrevista en Nueva York en 1957 explica que la población de su municipio es de más de medio millón de personas. Fue alcaldesa de San Juan por 23 años, desde 1946, y fue considerada una figura política muy eficaz.
Por ejemplo, estableció escuelas maternales, que fueron modelo para los Head-Starts o el nivel pre-escolar de los Estados Unidos. También amplió la cantidad de hospitales en la ciudad.
FELA: “I’m working on a new hospital, I have two hospitals, but the physical facilities are not as good as I want and I’m working on the plans for a new hospitals.”
Pero si era populista, no lo parecía. Había estudiado diseño de modas en Nueva York y antes de postularse era dueña de una tienda de ropa en el Viejo San Juan. Una figura refinada, poseía 70 abanicos de mano, y llevaba collares de perlas. Llevaba su cabello largo trenzado y enroscado encima de su cabeza, desafiando la gravedad y la humedad. Parecía una versión mayor de María Antonieta, si María Antonieta también llevará gafas de sol.
Ignacio: Una mujer elegante, alta, siempre bien peinada, vestía muy bien y se relacionaba con el pueblo pobre. Aquellos tiempos era casi todo el mundo. Y eso la hizo muy querida en Puerto Rico por décadas.
Ignacio se acuerda muy bien de ella.
Ignacio: Y no importa dónde fuera, ya se distinguía por lo elegante que era como mujer y lo polo como bien vestía a un niño de ocho años. Bueno, eso era como una reina.
Hilda: Extraordinaria, no hay comparable con nadie.
[music ends]
Hilda Jimenez fue asistente de Dona Fela por dos décadas. Hoy tiene 96 años y, con la ayuda de su hija, hablamos por Zoom justo después de un apagón en San Juan.
Hilda: Más bien fui la directora social de cuando había actividades
Por ejemplo, tuvo la oportunidad de ir con la alcaldesa a la toma de posesión del Presidente John F Kennedy. Pero hubo una invitación en particular que cimentó el legado de Dona Fela.
Era 1952, y un ejecutivo de la compañía de aviación Eastern Airlines preguntó si Dona Fela podría asistir a una asamblea en el estado de Florida.
Hilda: 400 delegados y éramos tres mujeres.
La alcaldesa sería la conferenciante principal. Cuando llegaron, el ejecutivo se acercó con un mensaje del presidente de Eastern Airlines.
Hilda: quiere hacer un regalo a doña Felisa que se le puede hacer un reloj -- al que no, no me regalen nada porque ella no acepta regalos.
Pero siguió insistiendo – .
Hilda: Pues qué va a ser lo que ella quiere y qué se le puede regalar? No, no, no, no, ustedes regalen flores si quieren, pero no le vayan a hacer ningún regalo [fade down]
La asamblea terminó con el discurso de Dona Fela.
Hilda: Así que fue francamente impresionante, ser una mujer, la que cerrará la actividad.
Después del discurso, le preguntaron una vez más. Al fin, Hilda le dijo a Dona Fela – ay, estos ejecutivos de Eastern Airlines le quieren dar un regalo y están jo…robando bastante. La alcaldesa dijo que lo pensaría esa noche. Al día siguiente, durante el desayuno, dio su respuesta: no quería ni un reloj, ni joyería, ni flores, ella quería… NIEVE.
Hilda: Sí, que usted me la lleve nieve a mis nenes, que no pueden salir y cogerla, así como yo la cojo con la mano y chupármela.
Mientras hablamos por Zoom, Hilda llevó sus manos hasta su boca, como si fuera Dona Fela imaginando chupar el frío de una bola de nieve. La alcaldesa recordaba esa delicia de su tiempo viviendo en Nueva York. Por eso pedía lo imposible: nieve en el trópico.
Hilda: Yo nunca me olvidaré de la cara de ese señor cuando doña Fela le hizo eso. La impresion! eso fue el sábado que regresamos el domingo y al miércoles estaban llamando, que contaran con eso.
Cuándo regresemos… nieve en el caribe. Cuenten con eso. Esto es La Brega.
[MIDROLL]
Y regresamos. Esto es La Brega. Soy Alana Casanova-Burgess. En San Juan, era la noticia del momento.
Ignacio: Mi padre me dijo mira, va a llegar nieve a Puerto Rico. Doña Fela, que era la alcaldesa, va a traer un avión lleno de nieve. Yo me imaginaba el avión por dentro, lleno de nieve, pero no es así.
Ese primer año, en 1952, la nieve llegó en marzo. Para los próximos años, llegaría para el día de Reyes. Así fue como sucedió en el 53, según un periodico estadounidense: En la montaña Pico Peak del estado de Vermont, dos toneladas de nieve fresca fueron preparadas para su viaje.
Un artículo en el periódico Rutland Daily Herald afirmó que unos niños de ese estado prepararían la nieve para los niños de Puerto Rico. La cantidad transportada sería el equivalente a diez mil bolas de nieve – aunque no explicaron cómo llegaron a esa cifra. Para que esta masiva misión fuera exitosa, todo sería empaquetado en fundas insuladas. Partes de muñecos de nieve, listos para ensamblar como algún mueble de IKEA, también eran parte del cargamento.
Camiones refrigerados llevaron las fundas a un aeropuerto en Nueva York, donde esperaba un avión de cuatro motores. El avión llevaba algo como una canoa de metal por la parte de abajo…
Ignacio: una barriga que le ponen al al Constellation, en aquello tiempo que ahí va la nieve y esa barriga se suelta y se le pone ruedas.
Cuando llegó a San Juan, esa barriga, o canoa, fue llevada a un parque en Puerta de Tierra – cerquita al Viejo San Juan donde miles llegaron para recibirla.
HILDA: Llegó al parque Muñoz Rivera y eso fue inolvidable. todo el que estaba allí pensaba que eso era algo extraordinario. Como pudo llegar a Puerto Rico Nieve. Y no era que cayó, sino que la trajeron.
Ignacio recuerda que él y sus amigos estaban tan emocionados que no podían contener sus ganas.
Ignacio: Había un cordón de seguridad donde iban a bajar esa nieve y eso no funcionó. Nosotros niños al fin y viniendo del barrio, pues nos montamos y brincamos dentro de la barriga y empezamos esa batalla con bolitas de nieve. Yo tiré muchísimas. No sabía que el frío es frío y a los 15, 20 minutos de estar dentro de la barriga del avión con la nieve, me empezó a dar mucho frío en los pies, porque son zapatos tropicales, no son botas de nieve.
Antonio: Me hacía, me hacía mucha ilusión. Imagínate, era un sueño hecho realidad.
Antonio Martorell es uno de los artistas más famosos del caribe, y su retrato de Dona Fela es parte de la colección de la Galería Nacional de Retratos en Washington. Recuerda que tenía como 11 o 12 años cuando vio nieve por primera vez en San Juan.
Martorell: creo que dona fela tiró la primera bola de nieve del país jamás! -- y ahí empezó esa batalla campal.
Esa gran batalla recibió cobertura especial en Puerto Rico y en los Estados:
PARAMOUNT ARCHIVAL TAPE: It’s a race against time to enjoy this fun importation, for the mean temperature here is 73 degrees. So gather ye snowballs while ye may, the thermometer is too uncooperative!
En este noticiario de 1955, el locutor describe que divertirse en la nieve es una carrera de tiempo, pues la temperatura está en su contra. Se pueden ver cientos de niños jugando mientras pequeños destellos de blanco cruzan de lado a lado.
PARAMOUNT ARCHIVAL TAPE: A snowball fight to end all snowball fights for ten thousand youngsters seeing this fleecy stuff for the first time!
La pelea no parece una guerra de trincheras… es más como… Combate mano a mano. Hombres con palas riegan la nieve por la tierra. Un nene en una camisa de mangas cortas se desliza en un trineo. Dona Fela está lanzando bolas de nieve en el aire, su peinado perfectamente intacto, gozando de todo.
Pero la estrella de este noticiario no es boricua, es una pequeña embajadora para esta blanca Navidad.
PARAMOUNT: To San Juan Puerto Rico from New Hampshire’s white mountains comes 12 year old Nancy Conway, the snow princess. Nancy is bringing to this torrid zone commonwealth a commodity unknown here but plentiful in Nancy’s home state.
Desde las montañas de New Hampshire, según el locutor, llega la princesa de la nieve –
Baja del avión en un sweater y un gorro de lana. Dona Fela y un grupo de niños en disfraces le dan la bienvenida. Hay otro niño – el hijo de un ejecutivo de Eastern Airlines – vestido como un jibarito, hay uno bueyes y una carreta… y niñas en vestidos de flamenco, lo cual tampoco tiene sentido. Mientras lo ves, es inevitable preguntarse cuánta nieve se ha perdido durante toda esta ceremonia.
Antonio cuenta que cuando recibieron la nieve en Puerta de Tierra, él y los otros niños se vistieron en ropa blanca – color que no duró mucho.
Antonio: Se pusieron marrón naranja cuando la nieve se convirtió en fango y la ilusión se derritió literalmente en nuestras manos, sobre nuestro cuerpo, en la cabeza. Apenas dio tiempo para saborear un poco, literalmente. Pero nada. Una piragua sin frambuesa.
Ignacio: Cuando empezó a derretirse ya era piragua.
Alana: Pero piragua sin sabor.
Ignacio: Sin sabor de hielo. La. Le faltaba la frambuesa.
ANTONIO: Una piragua sosa que no duró mucho. No, no duró nada.
Antonio: Fue una experiencia que marcó toda una época, creó un mito y los mitos tienen esa capacidad de sobrevivir y hacerlos evidentes, casi palpables, a gente que no lo experimentó de primera mano.
Para Hilda e Ignacio, las memorias son de HORAS de gozo entre la nieve. Antonio, sin embargo, recuerda que la nieve desapareció en solo minutos. Y más que eso, con el paso de las décadas, ese recuerdo – el show de la nieve – ha tomado otro significado.
Antonio: No, no le estoy quitando en absoluto lo que tiene esa experiencia de de poesía, de anhelo, de belleza. Pero esa belleza enmascara, verdad? Una visión colonial, como tantas otras máscaras que hemos tenido y seguimos teniendo en este país.
Puerto Rico no tiene nada que envidiarle a las fiestas navideñas de otros países. En el archipiélago se celebra la navidad más larga del mundo.
Dura desde noviembre, con el día de acción de gracias… e incluye el 25 de diciembre, navidad con Santa Cló, y el 6 de enero (Reyes)... y continúa hasta las Fiestas de la Calle San Sebastián, o SanSe, a mediados de enero.
Para principios de los 50, cientos de miles de boricuas ya habían migrado a los Estados Unidos. Así que Antonio y otros chamaquitos de la isla ya tenían primos o hermanos o tíos que les contaban sobre las glorias de la navidad al estilo gringo.
Antonio: Creíamos que la estaban pasando estupendamente y que realmente se estaban comiendo un cable.. Nosotros esperábamos esa Navidad del norte rica de gente blanca y próspera. Ese era el cuento que nos tragaba entonces y que algunos se tragan todavía.
Antonio ve la nieve como parte de un intento de acercar a Puerto Rico más y más a la cultura norteamericana.
Martorell: Oh, absolutamente. Assimilacion. Intento a assimilacion. Era el sueño del colonizado hecho realidad, este sueño del colonizado, de querer ser superior cuando somos quiénes somos? No tenemos que ser ni más ni menos. Y eso es patético cuando la gente no entiende su propia identidad. Pero la gente no tiene la culpa porque están condicionados por una mala educación y un gobierno colonizante que lo seguimos teniendo en este momento. Es el mismo perro con distinto collar.
Y no es solo cuestión de cultura y psicología. También fue política – y fue duro. En los 50 hubo confrontaciones violentas entre el movimiento independentista y el gobierno. Las ruedas estában girando para que la relación con los Estados Unidos pareciera la mejor opción. Mientras tanto, la nieve cubría todo este conflicto como una gran frisa.
Ese primer año en que trajeron la nieve, 1952, fue crítico. Ese mismo mes de Marzo hubo un voto para aprobar la nueva Constitución, y el ELA – con la promesa de que Puerto Rico sería un Estado Libre Asociado, y dejaría de ser una colonia. Hoy entendemos que ese re-branding no se tradujo en autonomía. Puerto Rico sigue siendo colonia de los Estados Unidos. Y Dona Felisa respaldo el ELA.
Hilda, su asistente, insiste en que el espectáculo no fue parte de alguna maniobra de publicidad, ni que fue una manipulación política. Simplemente se trataba de recordar el placer de su tiempo viviendo en Nueva York… y si los niños no podían ir a ver la nieve…
Hilda: Pues se la trajo ella, la consiguió que se trajera.
Antonio dice, si… pero –
Antonio: No creo que tuviera conciencia cabal de las implicaciones, porque ella también estaba montada en su propio sueño. El sueño del ELA, el sueño de este Puerto Rico que no es ni de aquí ni de allá. Porque ella también estaba montada en esa onda. Ella también creía que estaba haciendo una cosa maravillosa.
También hay que recordar que había mucha pobreza en el Puerto Rico de los 50s – todavía la hay. La promesa del ELA fue que un enlace más cercano a los Estados Unidos ayudaría a levantar a Puerto Rico de la miseria y crearía un país del porvenir. Pero 70 años después, esa promesa, ese sueño, permanece sin cumplir.
Cuatro años después del huracán Maria, todavía hay apagones constantes. Y con la privatización parcial del sistema bajo la compañía LUMA Energy, el costo de la energía eléctrica sigue aumentando mientras el servicio empeora.
En noviembre, vi un titular que parecía sacado directamente de Macondo. El alcalde del pueblo de Utuado defendia su decisión para usar cien mil dólares de fondos de recuperación de covid para construir… una pista de patinaje sobre hielo.
Un espectáculo estupefaciente, en un país donde la energía está tan cara y en el que algunas personas no pueden refrigerar medicamentos como insulina a causa de un sistema inestable.
Ana Teresa: Pues cuando se va la luz es insoportable y casi siempre se va a las tres de la mañana y uno se da cuenta porque uno empieza a sudar como si el mundo se fuera a acabar.
Ana Teresa Toro es una periodista y autora que vive en Rio Grande, Puerto Rico.
ATT: Uno tiene que ir corriendo a cambiarle la pijamita al niño para que no se tope de calor, secarlo del sudor. Pues se trastoca el día. Los compromisos, las reuniones, las cosas que hay que hacer con equipos electrónicos -- se dañan las neveras y las estufas y los aire acondicionados. Y lo que tienes, que has comprado con el fruto de tu trabajo, corre el riesgo de perderlo y lo pierdes.
No se sabe si los apagones van a durar horas o días. Es una situación de suerte y verdad cada vez que se va la luz. Y esa incertidumbre… cuesta.
ATT: Lo que se instala en el país es una sensación de que nada funciona, de que – para que me esfuerzo en hacer planes y como quiera se baila luz y voy a tener que cancelar? Más que esa pregunta, lo que me da es rabia. Nosotros sentimos que nos atrasamos en todo, que nos paralizamos en todo. Y el mundo siguió porque el mundo sigue a la velocidad de la luz, literalmente, y nosotros estamos acá viviendo a otro ritmo. Es que la gente se cansa y cuelga los guantes.
Ana Teresa vivió seis meses sin luz después de Maria. Otras personas, como mi tía, vivieron así por un año. Me acuerdo de haberla visitado y pensar en otra parte de Cien Años de Soledad, cuando llega a Macondo – el Macondo ficticio – una extraña enfermedad: la peste del insomnio. Todos los habitantes del pueblo olvidan el nombre para las cosas cotidianas. Para combatirlo, etiquetan todo con breves descripciones. Como, esto es una silla, se usa para sentarse. “Esta es la vaca, hay que ordeñarla todas las mañanas para que produzca leche.”
Mire la sala de mi tía y vi el abanico, inutil sin electricidad . “Esto es un abanico, antes nos daba aire fresco. Este es un televisor, antes nos mostraba películas y programas. Esto es un switch de luz. Esto es una nevera. Un cargador para el celular. Una lavadora. Una lámpara.
Y cuando nada funciona, la gente se va. Puerto Rico ha perdido más del once por ciento de su población en la última década. Y nos preguntamos – en periódicos, por la radio, por las redes sociales – si el gobierno está activamente tratando de hacerle imposible la vida a los puertorriqueños… Mientras los ricos de los Estados Unidos están invitados a venir y pagar menos en impuestos y arruinan las costas, todos los demás que han vivido su vida entera en el archipiélago están parados en una fila, esperando para comprar bolsas de hielo.
ATT : El hielo, bueno, lo tenemos muy fresco en la memoria, lo vivimos después del huracán. Mi esposo y yo hicimos una vez como seis u ocho horas de fila para dos bolsas de hielo, sabiendo que probablemente sean dos bolsas de hielo. Nos iban a durar un día, un día y medio.
En el Caribe, no hay nada más delicioso que la sensación del frío. Por eso el bloque de hielo es tan tentador y fantástico cuando llega a Macondo.
ATT: Y por otro lado, también el hielo es algo muy costoso y es algo que puede estar relacionado a la vida, la muerte, o sea, la posibilidad de mantener un medicamento refrigerado o puede hacer la diferencia entre la vida y la muerte de una persona. Simbólicamente también. El hielo es el mundo de la fantasía de de lo ajeno, pero que ya a esta etapa de nuestra historia no es tan ajeno.
Hay otro cuento sobre nieve en Puerto Rico que se ha quedado con Ana Teresa, y que ha formado su punto de vista de lo es ser boricua. Pasó hace unos años…
ATT: Yo fui cargada de cinismo al centro comercial más grande del Caribe, que es Plaza Las Américas en el corazón de San Juan de Hato Rey. Me habían perdido del diario en el que trabajaba que hiciera una crónica porque en este centro comercial anualmente hacen unos pequeños espectáculos en el que arrojan del cielo, a través de unas máquinas, una especie de espuma que simula nieve sobre una alfombra color rojo. Se hace todo el performance [...] al lado de unas palmeras.
Le pareció absurdo. Pero, ni modo. Empezó a hablar con la gente, y se topó con una mujer que trajo a sus dos hijas pequeñas.
ATT: Yo decía que esas dos niñas un día de clases fuera de la escuela aquí. Pero la escucho y ella me cuenta que ella viene de Humacao, un pueblo que está a casi una hora de San Juan y que ella trajo a las niñas porque ella había crecido en los Estados Unidos,
– Parte de la generación de boricuas que volvieron a la isla con sus padres en los años 70.
ATT: ella no tenía otra forma de compartir con sus hijas sus memorias de la Navidad Blanca Navidad para ella las traía ahí simplemente para poder compartir eso con ellas.
Esa idea de la nieve como algo fantástico se ha vuelto borrosa y ahora es más difícil entender de dónde viene exactamente ese anhelo.
ATT: y fue una gran lección de vida, porque quién, quién, quién es nadie para decir cuán boricua es una memoria, y la memoria de ello es una memoria tan puertorriqueña como cualquiera. Y sus memorias son memorias de hielo y su puertorriqueñidad es helada.
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